Una actitud orante de la Palabra de Dios es muy conveniente. Cuando oras sin ella le hablas a Dios, cuando la lees Dios te habla a ti. Por eso creo que debemos comenzar invocando al Espíritu Santo para procurar sus dones, su dirección, sus afluencias. Siempre invoco también a mi ángel custodio. Y le pido a Dios que aplaque en mi las resistencias y temores humanos ante Su voz. Luego, obedecer… aquí es que la cosa se pone interesante.
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